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Crónica de una amnesia anunciada: Los (c)recientes atentados contra el patrimonio cultural y natural de Yungay, Perú

Crónica de una amnesia anunciada:
Los (c)recientes atentados contra el patrimonio cultural y natural de Yungay, Perú
Por: Alexander Herrera Wassilowsky (Arqueólogo)
Ubicado alrededor de la excepcional laguna glaciar de Keushu (3.800m.s.n.m. Distrito y Provincia de Yungay), el centro ceremonial del mismo nombre fue el epicentro para el manejo técnico y simbólico de la relación entre el agua, la vida y la muerte en esta parte de la vertiente occidental de la Cordillera Blanca a lo largo de casi 3500 años. La excavación de partes de un templo de la tradición Kotosh-Mito, ha evidenciado que los más tempranos agricultores del Callejón de Huaylas eligieron las riberas de este inusual cuerpo de agua para asentarse y reunirse. Decenas de casas, templos y tumbas superpuestos, abandonados y huaqueados en un área de más de 60 hectáreas en torno a la laguna son testigo de una larga e intensa historia de ocupación, asociada a sistemas hidráulicos complejos que aprovechaban de manera integrada las lluvias, el agua de escorrentía y del deshielo del Huandoy, así como a prácticas rituales y ceremoniales de culto y veneración que le daban significado.
 
Foto tomada de http://meyhuey18gmailcom.blogspot.com/
Considerando la escasez de mantenimiento a la infraestructura posterior a la reubicación forzosa, en 1574 de los grupos denominados Huaylas por los colonizadores, los canales troncales de Yurac Urán y Atma funcionaban bastante bien hasta inicios del segundo milenio. La laguna de Keushu lograba recuperarse año tras año, aunque a veces llegaba a secarse por completo y otras se extendía para inundar la zona arqueológica. En los últimos cinco años, sin embargo, los esfuerzos por destruir la materialidad y extinguir la memoria parecieran haberse concentrado, al punto que las señales de la extinción son evidentes para todo aquél que voltee la mirada con detenimiento hacia los restos del centro ceremonial más importante de la Provincia de Yungay. 
Cuando el proyecto arqueológico que dirijo, inició labores en 2006, la extensión de la remodelación de templos en corrales para el ganado de la hacienda nos impresionó. El aprovechamiento de los amplios patios y la ubicuidad de muros de piedra, permitió la conservación de ciertas partes, algunas de las cuales investigamos. También era evidente que el nivel de la laguna había subido y bajado de manera descontrolada; pero estos tipos de destrucción de largo alcance son usuales para los arqueólogos. Lo que no esperábamos era ser testigos de un voraz incendio de varios días que, alimentándose de la hojarasca de eucalipto seco, consumió el bosque nativo que cubría los restos del poblado abandonado a fines del S XVI y se adentró en la quebrada vecina, la misma que hizo de chimenea y le permitió alcanzar los parches más altos de Keñwa (Polylepis spp.) al pie del glaciar, a varios km de distancia. No sobra decir que los eucaliptos rebrotaron, y pronto fueron acompañados por otros cientos más, donados por empresarios locales para ser sembrados por miembros de la comunidad local. 
En 2008 la Comunidad Campesina Unidos Venceremos, que últimamente no le ha hecho mucho honor a su nombre, también dio su aval al proyecto de “mejoramiento” de la red de agua potable (urbana) de Yungay. Demostrando un desconocimiento de las tecnologías indígenas y modos de uso del agua tradicionales que raya en el desprecio, se dio paso al entubamiento del canal principal de Yurac Uran. Los perjuicios inmediatos son la crecida dificultad de acceso al agua para el ganado, para lavar ropa o regar; la desaparición de la laguna de Keushu, otrora una pacarina o lugar sagrado de origen de la vida, la reducción de la napa freática; el fin de los turnos comunitarios de guardia del agua, la alteración de la cobertura vegetal y la concomitante pérdida de biodiversidad son efectos a largo plazo. 
A diferencia de la catástrofe que arrasó con el pueblo colonial en 1970, los agentes de la destrucción actual no son naturales -el glaciar, la lagunas o el huaico- ni sobrenaturales –castigo divino, el deseo del Huascarán y/o de la Virgen del Rosario de Yungay -, sino el gobierno Provincial de Yungay, la ONG ITDG Soluciones Prácticas y una serie de individuos interesados que, con buenas intenciones y monumental desacierto, han propugnado “mejorar” los sistemas hidráulicos autóctonos y “mitigar” el efecto de la intervención sembrando abundantes eucaliptos en las cabeceras de cuencas altoandinas. 
No obstante el resultado de los juicios iniciados por el INC en contra de inversionistas privados y funcionarios públicos, las acciones en la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Natural Huascarán, núcleo de una de las principales Reservas de la Biosfera de la Humanidad que el Perú tiene a su cuidado, han hecho el acceso al agua más difícil para los humanos, animales y plantas de la localidad. Desconocer la importancia de los bosques nativos altoandinos y las formas autóctonas de cosechar el agua para la provisión de agua limpia, va a afectar la capacidad de recarga del acuífero a largo plazo. Los atentados contra templos y tumbas por los huaqueros palidecen en comparación.
Bogotá, Diciembre de 2011

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