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Mostrando las entradas de mayo, 2009

Arte Social - 1ra. Parte

No está relacionado con secciones de sociales en diarios… I El arte social se enfoca principalmente en las experiencias de la sociedad del mundo y me ha roto el corazón, además de haber revuelto fibras vulnerables y copar mi memoria de tristezas y bronca ajena (¿o propia?). Ha promovido en mi, cada vez, mayor suspicacia y desconfianza en el ser humano. Y es que puede ser tan cruel… Al recibirlo constantemente en pinturas, fotos, películas, artículos, libros, poemas, canciones, performances, teatro y otro montón expresiones: se me parte el alma. Si ya sé que tal cosa existe ¿para qué quiero verlo? De alguna manera intento ayudar de otras formas, y no puedo restregar en los ojos de los niños (que son el público que verdaderamente importa), imágenes de desgracias, canciones con letras dolorosas y otras obras de infelicidad... Lo que obtuvo el arte social en mi, fue rechazo, el taparme los ojos, los oídos, la nariz, la boca, las manos y el sexto sentido. Ya no quiero verlo o ya no qu

El arte de trabajar, aunque sea temporal...

Cada vez que buscamos trabajo, afinamos la puntería y la flecha es el cúmulo de referencias que puedan hacer confiable el hecho de que una empresa nos adopte como fieles, eficientes, eficaces, proactivos y entregados empleados. Tenemos claro siempre a aquellos que puedan dar fe de nuestra buena calidad profesional y de las varias virtudes requeridas y exigidas por el próximo potencial empleador; pero nosotros ¿cómo podemos confiar en que el puesto que nos confíen estará en buenas manos? ¿Podemos depositar al cien por ciento nuestra confianza en una persona a la que sólo hemos visto una vez y hacemos un trato? ¿No sería útil también pedir o buscar referencias de nuestros potenciales jefes? ¿con qué experiencia cuenta dirigiendo gente, en cuántas o cuáles compañías ha servido, qué logros ha alcanzado, durante cuánto tiempo lo hizo y por qué motivo dejó de hacerlo, etc.? Es el mismo tipo de preguntas que se hace a los postulantes a un puesto. ¿Será muy avezado o irrespetuoso buscar refer

Títulos que hicieron un cuento de desamor...

Pobre carta que quedó olvidada en el bolsillo del poeta miserable. Soberbia muerte fue la de él, cuando quiso amarla otra vez. Del deseo no pasó porque no hubo elección intermedia entre los dos. Pecadores tampoco fueron, pues la sinfonía del amor nunca volvió. El festín desnudo se extrañó por el destino de ninguna respuesta. El ánimo de sus manos no sustrajo su isla sagrada ni el desconsuelo reencarnado pudo haberla amado así; lo dejó libre en un otoño solitario, sin reencontrarse jamás. Él fue él, el extranjero de su alma gemela, la letra con sangre que aprendió a vivir con dolor y sin amnesia. Ellos fueron los ojos crueles de la humanidad, los sin nombre, los que murieron de amor en la bruma de los sueños, y aunque el poema llevaba una lágrima, se negó la amada intangible. Demencia fue la de él con una crueldad gratuita, pensando en las noches la tregua de su sonrisa angelical. La pena de amor llegó por el desamor infernal sin el brillo de sus ojos, ni la curva de su vientre y el hie

Pestes y Arte

Los miedos actuales, aún a pesar de ser actuales, no son nuevos. Y una de las grandes funciones históricas del arte ha sido la de ahuyentar fantasmas: de alguna manera, la representación de la enfermedad, de la fealdad, de lo que horroriza y repugna, nos aleja de ello al convertirnos en espectadores. Si se hace público: se muestra, se saca al exterior, no nos puede afectar porque ya no podemos ocupar el papel de protagonistas; sería la peculiar lógica de este pensamiento. Hoy, una gripe extraña, pero hace siglos fueron enfermedades como la Peste Negra, la Gripe española o, más recientemente, el Sida; las amenazas que artistas del calibre de Rubens, Brueghel, Goya, Munch, Böcklin o Haring plasmaron en sus lienzos, cual catárticos amuletos. De esta manera, el arte no sólo no se limita a reproducir la belleza, como han exigido muchos, sino que en ocasiones ha acogido en su seno los aspectos más dramáticos de la realidad: la guerra, la muerte y, cómo no, la enfermedad. Y es que como med