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La cultura de Lima


                                   ¿Cuánto es "buen tiempo viviendo en Lima sin importar la procedencia"? Ciertamente, esa cualidad influye en el trato a la provincia en toda su magnitud y no solo a la ciudad capital.

Foto de Claudia Sevilla Urrutia2009.
Quienes viven en Lima, aunque sean nacidos acá de tercera generación: no la aman. En el fondo y muy naturalmente, son de otras provincias y tuvieron que venir aquí obligados por malos gobiernos que centralizaron las actividades económicas de desarrollo, en ésta.

Hay otro punto importantísimo, y es que desde que comenzó la migración hace 60 años, se maltrata la ciudad bajo la idea honda y dolorosa de que aquí tenían sus centros de operaciones, de educación superior y de esparcimiento los "latifundistas" que luego abandonaron Lima-distrito al sentirla invadida por otras culturas -sí valiosas pero en esa época- incomprensibles para ellos. Vinieron obligados por las circunstancias a desarrollarse acá económicamente. No se mudaron a una casa nueva para hacerla su hogar: se mudaron a un centro de operaciones sin valor más que de producción, de estudios, y tal vez, de atención médica en el mejor de los casos. Los nuevos habitantes encontraron formas y estética extrañas, inútiles, sin sentido. Edificios y espacios no andinos. Costumbres no andinas. Prácticas extrañas, extranjeras, blancas, prácticas de gente que se creía -y aún un poco, se cree- superior. Y ése sentimiento prosigue. Es fuerte el sentimiento andino, que es la verdadera alma de nuestra nación, aunque tengamos también costa y selva. Lo que predomina es lo andino y es a esa cultura a la que se le ha estado fortaleciendo desde hace unos pocos años por la alta, injusta y ya insoportable discriminación hacia lo serrano en todas sus expresiones tangibles e intangibles. Pero ese refuerzo tan necesario de lo andino, ha provocado el olvido de nuestra capital mestiza, y el maltrato tanto sensible como imperceptible que cotidianamente se le inflige
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Parecería que una forma de hacer las cosas sería impulsar el valor de las tres culturas regionales en simultáneo: Costa, Sierra y Selva. Y, reforzar también, la producción de todos los elementos posibles para los hombres de nuestro país en sus zonas de origen: la bendita y lenta descentralización.

He visto que hay pueblos en Costa, Sierra y Selva que aman sus formas, su cultura, sus tradiciones, sus hábitos, sus ritos; que practican sus actividades en armonía con su tierra. Pero en Lima, la cosa amerita ser distinta, porque aquí confluimos todos: queriéndolo o no. Y es que en realidad no somos 10 millones de limeños, somos 10 millones de peruanos juntos y revueltos en una provincia extraña y poco querible, todavía.


AVVZ

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