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Callanca

Petroglifos de Callanca, cerro San Bartolo, Lambayeque (2008). En: https://monsefuenlinea.blogspot.com/2008/11/callanca.html

Ejercicio a partir de los nuevos grafitis en los petroglifos de Callanca
Retrato (y autorretrato)
05 de noviembre del 2019

Analicemos el texto de la siguiente noticia:

La aparición de unas pintas sobre los valiosos petroglifos del centro poblado de Callanca[1] ha generado la indignación de diversos ciudadanos quienes, a través de las redes sociales, han alzado su voz de protesta y piden la intervención de las autoridades, con el fin de ubicar a los responsables de este atentado contra el patrimonio histórico[2].
Los petroglifos en cuestión […] representan un potencial atractivo turístico para los moradores de la zona; sin embargo, hasta la fecha han permanecido sin mayor protección, lo cual habría permitido que personas inescrupulosas ingresen sin problemas y dañen las figuras. (Diario Correo, 03/11/2019).
Del primer párrafo se entiende, uno, que los ciudadanos han protestado a través de Facebook y/o Twitter, entonces, probablemente, también se hayan enterado del caso por esas vías, lo que significaría que reclaman sin tener que hacer acto de presencia ni de llevar a cabo acciones ciudadanas reales y efectivas; dos, demandan acciones de intervención al Estado y, tres, inculpan a otros, en principio, también ciudadanos comunes pero anónimos. Creo que todo lo enumerado es efecto de lo que anoto al final, pero, ¿quiénes son los responsables del daño? ¿Qué clase de intervención se demanda: punitiva o correctiva, con foco en personas o en el bien? ¿Se demanda intervención a alguna cartera pública en especial, a una institución local o a una nacional? ¿Los peruanos nos centramos en personas o en cosas? ¿Nos centramos en derechos, deberes o poderes? ¿Nos centramos en presente, pasado o futuro?

Según el segundo párrafo para los ciudadanos demandantes el valor del bien es turístico, es decir que los valores históricos, científicos y culturales serían inexistentes en el imaginario colectivo, lo que lleva a una primera conclusión: en la práctica “no vale” más que su explotación para la venta como objeto de asombro, incomprensible y exótico: mágico. ¿Es este conjunto de bienes culturales un verdadero elemento de cohesión social profunda para los moradores de la zona y para los ciudadanos demandantes? Responder a esa pregunta es clave en la conservación del patrimonio desde que sabemos que la cultura es factor de desarrollo, de mejor calidad de vida, lo que se supone que se sostiene en los derechos a la memoria y a la cultura e incluso a las industrias culturales, ergo, lo que debería derivar en la libre participación en la vida social, civil y política de la nación.

¿Para qué se conserva el patrimonio cultural? Para saber nuestro origen y portar a conciencia elementos identitarios con el objetivo de comunicarnos mejor para planificar mejor (democracia). ¿Quiénes definen qué es patrimonio y qué no lo es? La población usuaria y la conocedora de ese patrimonio, aun así solo tenga valor como objeto de comercio (turístico). ¿Quiénes tienen el deber de gestionar su protección y conservación? El Estado. ¿Quiénes tienen el derecho a la información que el patrimonio registra y a su uso? La ciudadanía completa.

Los ciudadanos tienen derecho a saber de la productividad y el funcionamiento de las herramientas de gestión de sus distintos recursos (como el patrimonio) a partir del acceso y conocimiento de sus derechos (por ende sus deberes) y los roles de los actores públicos, ciudadanos y privados de su país y de su localidad. Sin embargo, la educación (directa –doméstica y escolar‒ o indirecta –medios y entorno‒) está todavía en modo individualista y exitista. En general no participamos libremente de la vida ciudadana gracias a un acceso a la información terriblemente débil lo que lleva a una participación mediocre; nos dedicamos a sobrevivir pasando de la desidia a la activa repartición de culpas mientras esperamos descubrir ‒desde nuestro fanatismo, narcisismo, oportunismo, punitivismo, irresponsabilidad, desdén y miedo‒ para endilgar todo arreglo al caudillo puro y perenne. Y el Estado tiene responsabilidades definidas para mejorar la vida ciudadana, para trabajar para la ciudadanía, lo que no sirve es el modelo de gestión.

Última pregunta: ¿cuál es la punta de la madeja de la gestión del patrimonio?




[1] Alberto Bueno Mendoza, 2013. La macrorregión norte nororiente del Perú: territorio y datos arqueológicos [Petroglifos de Callanca. Distrito de Reque, provincia Chiclayo] Revista Arqueología, p. 63. Ed. UNMSM.
[2] Mi única satisfacción es leer que lo nombran –de hecho por error “patrimonio histórico”.

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