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Foto de Allison Bellido. Concurso fotográfico Lima Milenaria, de Javier Lizarzaburu. |
Hace
un par de días, un amigo estudiante y activista, que tiene poco tiempo en el loco mundo del patrimonio cultural, me preguntó qué es patrimonio con el interés de
que esto le fuera desarrollado en un par de líneas para concientizar a otros. Y
aunque le contesté, se dio una conversación amplísima que me lleva a escribir,
esta vez, dirigiéndome a los actuales difusores especializados (a quienes debo agradecerles ser mis maestros).
Podría
sacar los típicos significados que hay circulando desde hace años en redes (de
la UNESCO, del DRAE y de la desconocida Ley General de Patrimonio peruana) pero
lo real es que no los entiende nadie, lo cual es innegable porque lo único que
se hace con ellos es que se vienen repitiendo, desde los especialistas, como
mantra salvador, sin provocar la autoinstrumentalización del objeto por parte
de quien recibe la información. Es más, podría, en vez, decir simplemente ‘la
instrumentalización del objeto’ o incluso ‘la autoinstrumentalización del
sujeto’, esto último dado que el patrimonio, hoy por hoy, es concebido como un
elemento de individual simbolización, algo subjetivo, lleno de matices
particulares descubiertos recién por cada individuo: un perfume caro. Pero el
ideal de la conservación del patrimonio es que, aunque pueda simbolizar algo
específico para alguien, sea, más bien, simbólico para un grupo de ‘álguienes’,
es decir, yendo a lo macro: una Nación.
Esos
típicos significados no son suficiente entre una población que,
lamentablemente, tiene un puntual desarrollo en capacidades sociales de
abstracción y escaso acceso a la información de las instituciones tutelares,
así que hay que hacerlo un poco más simple, más orgánico, más parte del cuerpo,
más físico y sensible, más interpretable, más cogible; algo a lo que la réplica
sea consciente y no por paporreta (observar la parte en blanco señalada con varias
‘x’):
‘ah, entonces esto es mío y también es
de los demás;
me sirve para xxxxx y
por ello puedo/debo cuidarlo’.
El
significado del patrimonio ya pasa de ser ‘el conjunto de bienes o costumbres
que nos han legado nuestros antepasados y debemos cuidarlo (porque debemos
cuidarlo)’ sin razón mayor, o ‘los edificios por su valor artístico/estético’
(lo artístico/estético responde a miles de cánones, mucho más en una sociedad
multilingüe y multicultural, así que por ahí no va la protección (ni
salvaguardia, en el caso del patrimonio inmaterial) del patrimonio y no me
cansaré de afirmarlo), etc.
El
patrimonio puede ser declarado por decreto pero, así haya una ley que diga ‘este
monumento es patrimonio porque un grupo de sabios lo dicen y tienen que
cuidarlo pero nosotros buenamente lo haremos si y solo si podemos’, no es
suficiente: a la gente le importa un pito desde que cuatro gatos barbados desde
sus cátedras digan eso (no suele haber gatas en esos grupos). Será importante
para ellos –los sabios- porque de algún modo ya lo tienen interiorizado (también
memorísticamente), pero a la gente no le llega el mensaje, mucho menos si la
gente tiene otras cosas por las que preocuparse, entre ellas, pagar el agua, ir
a trabajar o recrearse un poco en un país donde los derechos fundamentales son
privilegios al centro más interno de las urbes, y las tensiones y conflictos
socio-económico-culturales son lo más igualitario que tenemos en todo el Perú,
desde el traslado cotidiano (transporte) hasta la destrucción ambiental (salvo
la cultural por las mismas razones por las que escribo esto).
Esta
es la réplica que debería ser concluyente por parte del receptor (incluyendo a
todos) en el marco de la definición de patrimonio:
‘ah, entonces esto es mío y nuestro;
pertenezco a esta sociedad, y el patrimonio
nos sirve para
identificarnos y comunicarnos, y por ello lo cuido’.
Entonces,
¿es importante valorar el patrimonio? Como ejemplifica la frase anterior, es valioso
desde que tomamos conciencia de que es un instrumento masivo y público de reconocimiento social
y de comunicación social. Así se extinga todo el patrimonio cultural de un
período (lo cual siempre será lamentable porque esa extinción equivale, por
ejemplo, al holocausto de una biblioteca o a la pérdida del DNI personal), siempre
habrá patrimonio porque las sociedades, que por principio son dinámicas, tienen
como consecuencia natural de sus interacciones dejar huellas, y esas sociedades
se valdrán de recurrir a esas huellas cuando sea necesario para resolver algo
en sociedad.
Entonces,
patrimonio es esa huella que alguien o un grupo dejó y que sirve de registro
para verificar la historia reciente o antigua y usarla en función del futuro.
El
patrimonio es lo que a una persona es el DNI, el álbum de fotos, el libro de
cuentas, la puerta a un ambiente de la casa, la receta del médico, la canción
en un momento determinado de la vida: es la lista de hechos placenteros y
fracasos, entonces, el patrimonio es el objeto (palpable o no) al que
recurrimos porque nos une, nos identifica como sociedad para simplemente
recordar que algo pasó o, lo más importante: para argumentar motivos (en el
mismo lenguaje –no idioma- que reconocemos como común) y tomar las más diversas
y mínimas decisiones: en sociedad.
Finalmente,
el patrimonio, antes que por decreto, necesariamente debe ser un símbolo que un
grupo humano bautice extraoficialmente y use habitualmente como común, es un
lenguaje común en un grupo humano, y es un documento de valor para un grupo
humano. Y como todo documento social: debe ser de acceso público.
Sin
símbolo común no hay patrimonio común, por lo tanto, no se valora, no se cuida
ni mucho menos se tiene como algo útil a la sociedad.
¿En
Lima, tenemos patrimonio? ¿qué patrimonio?
Responder
a la segunda pregunta nos llevará a entender, desde diversas miradas, qué pasa
en el país y cómo es que se mueve, pero eso quizá sea en otra publicación
previa conversación.
*Gracias Brian Valdez por esa conversación que me ha llevado a esto.
Tenemos la tendencia a identificar patrimonio con pasado y, como bien se puede entender en el artículo, patrimonio es presente, tiempo actual y continuamente se va construyendo y revitalizando, tiempo presente continuo. Genera futuro desde su continuidad y requiere ser permanentemente activado por el colectivo social para cumplir con su vocación de futuro. En cualquier caso patrimonio se "conjuga" en presente.
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