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Epitafios: ocho moradas limeñas

Hoy pude ir a ver "Epitafios", la muestra fotográfica de Gladys Alvarado. Encima, hubo la suerte de tener al historiador autodidacta David Pino, contándonos la historia de las casas retratadas, pues se trata de ocho edificios limeños históricos y en decadencia terrible. Ambos, Gladys y David, se han nutrido de los argumentos que emblematizan estos lugares abandonados o tugurizados, sin ninguna seguridad, bellos por lo que fueron y por lo que significan, recuperables por lo que valen histórica, tecnológica y culturalmente.

Qué trabajo han hecho investigando su valor y cuánto más, difundiéndolo, tratando de sensibilizar gente. Además del esfuerzo de introducirse -de Gladys- en un mundo difícil, muy difícil; marginal, inseguro en todos los aspectos, seducida por la belleza de la historia.

Mucha maravilla. Este tipo de eventos son los que hacen sentir que lo que se está haciendo tiene un norte -no cercano, pero- alcanzable; que no somos solo el zapato de David ante la corpulencia descerebrada de Goliat.

Parece que avanzamos y lo más importante: se está siendo inclusivos. Esto va para todos. Todos los que somos peruanos y, en este caso, limeños amnésicos, ignorantes de todo lo que podríamos desarrollar si nos detuviéramos a mirar hacia atrás para tener la libertad de ver hacia el futuro con más posibilidades de éxito colectivo e individual, por supuesto.

Solo voy a copiar ahora la última parte de la presentación de Víctor Vich que se lee en el folleto de la exposición:

"Frente a la comodidad del presente, estas casonas demuestran que hay algo político que no funciona o que funciona muy mal. Todas ellas [las casonas], desde sus márgenes y con lo que queda de sus columnas, niegan el curso que ha tomado la historia y condensan -en sí mismas- el lado oculto de la modernidad actual. Deseo y amenaza, estos inmuebles se proyectan siempre más allá de sí mismos. Son el punto de partida de una narrativa optimista. Son algo de lo siniestro que retorna.

¿Redimir la realidad o terminar de sepultarla? Estas fotografías no han sido tomadas desde una actitud de protesta sino desde el más profundo desconcierto. La cámara no enfoca desde una posición que se arrogue soluciones sino solamente desde la ética de la pregunta. Aquí ya no hay espacio para la nostalia sino para la humildad del testimonio. Bien podemos decir que estas fotografías han intentado encontrar un nuevo lugar de enunciación: observan el rarísimo esplendor del pasado pero contemplan también, desconcertadas, cómo la muerte en el Perú siempre ha querido apropiarse de todo."



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