Puruchuco o cómo perder la identidad fácilmente en el Perú
Columna de hoy de Javier Lizarzaburu, en El Comercio, sobre el complejo arqueológico Puruchuco.
¡INDIGNÉMONOS Y ACTUEMOS! Pero: YA
Interbank: parece que Puruchuco vale menos que el dinero. Columna de este miercoles en El Comercio.
DE TÚNELES, AVANCES Y RETROCESOS Javier Lizarzaburu
En Ate se está construyendo el mayor centro comercial para Lima Este:
el Real Plaza, del grupo Interbank. Tendrá todo lo que cualquier
comprador puede esperar: restaurantes, cines, tiendas por departamento
y, seguramente, escaleras mecánicas, suelos brillantes, y trabajadores
sonrientes.
Es una gran noticia para quienes viven en la zona. Y
como para acelerar el proceso, el mismo Interbank le dio un préstamo de
19 millones de soles al alcalde de Ate para que todos los caminos
lleguen a Roma. Es decir, al ‘mall’.
Esto no tendría nada de
cuestionable, sino todo el reconocimiento, si no fuera por cómo
procedemos cuando encontramos “los obstáculos de la historia”.
De un lado del cerro estará el centro comercial (porque hay un cerro de
por medio). Del otro está Puruchuco, el mayor centro administrativo
inca, un entorno arqueológico de unos 2.000 años de antigüedad.
Aquí, los que cuidan, protegen e investigan el lugar para que nosotros y
nuestros hijos podamos gozar y aprender del pasado viven estos días con
temor.
Les han dicho que para unir la Av. Javier Prado con el
centro comercial ya no se harán los túneles subterráneos, como se había
prometido, sino que atravesarán el cerro. Esto permitirá un acceso
directo al Real Plaza desde ese lado.
Y es en este punto donde
cuesta entender. En Lima, con toda la riqueza arqueológica que tenemos,
solo hay dos lugares, dos, que nos presentan un importante desafío, y
una oportunidad, para demostrar qué clase de sociedad somos y hacia
dónde avanzamos. Esos lugares son Puruchuco y la huaca San Marcos.
A ambas en algún momento se ha intentado cortarlas “para avanzar”.
Pensar que esta es una manera de crecer solo puede ser producto de la
ignorancia más peligrosa, o de un desprecio por nuestro legado, que
merece toda censura.
Alguna vez me han dicho: “Es que es gente
que no se siente para nada vinculada con eso”. Pero en México, para
citar un ejemplo reciente, Carlos Slim no tenía ni de indio ni de
español. Hijo de libaneses, se sintió profundamente identificado con esa
herencia, y fue el promotor de la conservación y la recuperación, tanto
arqueológica como colonial de ese centro histórico.
Es más,
hace unos meses iba en taxi en Santiago de Chile. De pronto, apareció un
túnel y lo atravesamos. Al salir volteé para mirar qué había encima. Y
vi el parque Santa Lucía, de unos 130 años de antigüedad.
¿Y
nosotros? Cuando algunas voces bastante serias me dijeron que la razón
para proceder así en Puruchuco era porque había presión del centro
comercial, se los pregunté directamente.
La respuesta de los
representantes de Interbank y el Real Plaza fue desoladora. A mi extensa
batería de preguntas, que incluía su posición sobre el patrimonio,
respondieron con un lacónico “el proyecto cumplirá y estará en línea con
los permisos competentes”.
No sé qué opinen ustedes, pero yo
creo que no solo nos merecemos mejores respuestas. Nos merecemos mejores
ejemplos. Después de todo, ¿no era que hay otros valores más allá del
dinero?
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