Ir al contenido principal

Juan Raúl Machaca de Aquino. Pintor de amuletos.

Juan Raúl Machaca de Aquino. Pintor de amuletos. 
Reseña y entrevista de Anahí Vásquez-de-Velasco Z. 

Esta mañana de julio, con agradable puntualidad, me encontré con un artista fantástico que nos ha dado Arequipa: Juan Raúl Machaca de Aquino. Tuve la suerte de que me haga el guiado en su exposición “Madre Tierra: Pachamama”, que va desde el 14 de julio hasta el 5 de agosto, y que es imperdible.

Pero, ¿por qué es imperdible? Por la luz, por el color, por lo vital de su producción. Porque alimenta el espíritu gris de este invierno limeño y porque es un par de horas de sueños que permanecerán en la mente y en la imaginación de quienes vayan a verla o a sentirla. Porque nos cuenta en sus lienzos, cómo es el Perú y cuál es la identidad sola y sólida de nuestro pueblo. Sí. Pueblo barroco y colorido, lleno de visiones alucinadas, de anhelos y de logros. La identidad de nuestro pueblo plagado de identidades que nadie ha sido capaz de redondear en nuestra tierra.

Y es que comentarios como “no tenemos una identidad porque tenemos muchas”, nos deja en un vacío incierto y tan vasto al que tememos y es a ése, el que tenemos que ocupar. Por eso la pintura de Juan Raúl, con personajes y seres luminosos que lo llenan todo, sin caos. Prácticamente, es la belleza de este país, como debiera ser. Con el color visible, impúdico, libre y natural. Colores de pieles, color de mentes, color de almas. Color de tradiciones y de costumbres todas diferentes pero reunidas en una tierra única. 

¿Quién no ha ido siquiera a una de nuestras ricas provincias y ha sanado su alma al ver la flora que nos rodea? ¿Quién no se ha llenado los pulmones con perfumes de hojas, de mar, de nieve o de selva? ¿Quién no ha disfrutado de las delicias de los frutos que pare nuestra tierra? ¿Quién no se ha sorprendido al encontrarse con más de un provinciano amable y sonriente, en vez de un gélido habitante de la urbe consumista e intransitable? Eso está plasmado en la obra de Juan Raúl. El Perú de verdad. El Perú en el que se puede recordar y soñar lo vivido y por vivir.


Juan Raúl en su obra deja huella de lo que dejó huella en él. Y no es que haya vivido en una burbuja de jazmines. Como cualquiera también ha visto y vivido tristezas, como en su cuadro Amor de Kasiri, que es una pera verde rajada con una hoja de afeitar largamente, bajo una campana de cristal. El cuadro hace referencia a un momento de la vida del pintor en que, una noche mientras caminaba por Arequipa, vio a una mujer ebria con un hondo corte en la cara. Como él mismo me dijo, la piel de la mejilla de esa mujer, colgaba sobre su rostro. Y varios años después, pintó Amor de Kasiri.

Pintor de amuletos 

Así lo llamé en la cita que tuvimos mientras me mostraba sus cuadros. Y es que Juan Raúl pinta objetos que están relacionados con el imaginario místico que nos envuelve. En un cuadro se puede ver una herradura, en varios otros se observa peces, se puede encontrar a Ganesha que es una deidad del hinduismo y budismo, que si bien, no es tan conocida en el Perú, hace referencia al paso de nuestro artista por ese credo. También encontramos naipes, cartas con los palos de la baraja y también con notas musicales, así como con una carta pintada de rojo que simboliza un semáforo o una tarjeta roja al transporte de nuestro país. Por supuesto, también están en sus lienzos, escenas de la fe católica: procesiones. E ineludiblemente, símbolos de los apus

Los cuadros de Juan Raúl traen buena suerte. Y es la suerte de ser parte de la belleza que él transmite en ellos. Muchos elementos. Nada de caos. Un ordenamiento natural que no altera los sentidos del espectador sino que tan solo lo sumerge en un arcoíris del que todos somos parte y que, a veces, no permitimos ni nos permitimos sentir.

Lo que nuestro artista casi no se permite es dejar de pintar. Así fue premiado gracias a una acuarela que hizo para un premio en el Centro Cultural Peruano Norteamericano. La acuarela se encuentra en la sede de Miraflores. La historia de esa obra es la que sigue: Juan Raúl tuvo que ser operado y por eso durante su convalecencia estuvo en cama. Y en su cama pintó. Desde ella, a su madre y hermanas -que lo quieren tanto como él a ellas- les pidió papel periódico y materiales. Y ellas le hicieron caso. Y pintó, estando echado, una acuarela que iba salvando con una toalla, para que no se chorree toda la pintura. 

Madre Tierra. Pachamama.


Josefa es la madre de Juan Raúl y la representa en un cuadro con ese nombre, pero también la representa en otros con una ternura que hoy puedo sentir porque también soy madre. El niño a la espalda con una cinta que hace de lliclla, y la madre con ojos de santa carga el peso de ese amor. Sin ese amor, posiblemente no tuviéramos a este artista pintor de amuletos, transmisor de belleza, profesional incansable que ama su profesión. Y lo último que pasará, a la fecha, con Juan Raúl, es que el sábado 06 de agosto le harán un reconocimiento: LOS MAGISTRADOS DEL PERÚ.

Entrevista

1.- ¿Qué influencia sientes que hay en tu obra?
Seguro que de muchos maestros. Uno en especial, no tengo. Pero siempre me han encantado la cerámica incaica y la preincaica.
2.- ¿Tienes mensajes premeditados en tus cuadros para el espectador?
Sí, parto siempre de una idea o de una sensación y el objetivo es interactuar con el espectador y quizás ellos entiendan mi mensaje.
3.- El color ¿tiene significado para ti? ¿Cuál?
En este momento camino en colores; ellos significan la ALEGRÍA con que cada ser debe enfrentar el día a día. Ese es el mensaje.
4.- ¿Qué piensas de la pintura abstracta?
Es un lenguaje que respeto y admiro. En el mes de marzo me hice un regalito, para ser exacto, el 28 de marzo, que visité el MOMA y quedé envuelto en los laberintos de un cuadro inmenso de Pollock. En algún momento mis cuadros se abstraen y pierden formas. Es ahí donde empieza mi aventura.
5.- ¿Y qué piensas de la poesía?
Es fuente de inspiración. Yo soy un poeta que aprendió a escribir con un pincel. En Puno la danza, la música, la poesía, tienen un común denominador: la metáfora.
6.- ¿Qué haces cuando no estás pintando?
Un artista jamás deja de pintar. Si dejo de pintar físicamente, pinto imaginariamente. Estoy caminando, por ejemplo, por el Jirón de la Unión y a todos les voy pintando mis caretas.
7.- Y ¿cómo fue lo de esa época en que te operaron y solo querías pintar?
La vida siempre lo pone a uno a prueba, y cuando yo tenía 28 años, me puso en aprietos. Se trataba de mis piernas que ya no querían caminar. Tenía algún problema en las articulaciones y los médicos decidieron intervenirme y así fue. Se me hizo la pausa en el mejor momento de mi carrera, cuando me tocó ganar algunos premios y las ventas no paraban, pero también sabía que esto sería pasajero, que solo duraría dos años, dos años que no caminé y tuve que empezar de nuevo. Se perdieron todos los músculos y recuperarlos costó mucho. Pero la vida me sorprendió y me empezó a ir mejor. Ese año de la operación gané cuatro premios, de entre los que obtuve el Primer Premio de Acuarela ICPNA. Por ese tiempo me apoyé en un libro y me enteré de lo que le tocó vivir a Frida Kahlo; creo que fueron más de treinta operaciones a las que tuvo que someterse, y a mí, solo me habían hecho dos. Más o menos, yo había planeado cómo sería mi nueva vida, así que jamás pensé en renunciar a la pintura. Si bien no caminé durante dos años, pinté cada día como había sido antes.
8.- ¿Qué te gustaría que pasara con los pintores y demás artistas peruanos?
Que en un momento en que el conocimiento y la técnica estén en sus manos, solo sean sinceros, solo así habrá un arte auténtico.
9.- ¿Tienes alguna opinión sobre la institucionalidad cultural?
Las instituciones están al servicio de todos y cuando hay un buen trabajo, siempre, las puertas están abiertas.
AVVZ
San Isidro, miércoles 27 de julio del 2011. 11:00 a.m.

Comentarios