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Del Homo-Sapiens al Homo-Plato

Sí. Me gusta comer. Muchísimo. No podría enumerar la cantidad de recetas que he probado con un deleite tan grande como el de Gastón. No, no podría. La verdad es que la comida peruana, es riquísima. Qué delicia. Pienso en una papita a la huancaína, así, simplita* y con mucha salsita bien preparada y con cariño. Pero, ¿me dejarían comer por favor? ¿Es que no se puede comer con la boca cerrada? Hablando figurativamente, ya.

El mundo por fin sabe (sí, gracias a Gastón) quel cebiche, el pisco, el suspiro y muchas otras preparaciones, frutas y frutos (si es que no fueran peruanos originalmente) tienen un riquísimo sabor desde nuestras tierras. Pero, también deberíamos tener en cuenta, que no puede ser el único tema que nos enorgullezca o al que le demos cabida, pues. Peor que, cual si fuese una luz, bailáramos como polillas a su alrededor, para finalmente, caer en un tazón de agua para morir ahogadas.

Es cierto, que en el mundo, hay y ha habido poetas, pintores, músicos, inventores, novelistas y demás, que por cuestiones de plata, debían aprender a preparar y comer bien sin mucho capital. Hay recetas deliciosas de estos famosos intelectuales y artistas, pero por comer para vivir y no vivir para tragar.

Hoy en día, como es sobreentendido que nuestra comida es buenísima (de sabor y no en lo saludable, acoto), sólo se olfatea y luego se engulle. Algo casi sistemático. Como animalitos de la jungla en proceso de extinción: a comer a comer que nos vamos a acabar. ¿Y qué pasará? Que empezaremos a ser unos obesos mórbidos como lo son en el país del norte.

Hasta hace poquito, escuchaba a europeos comentar lo flacos que somos los peruanos en Lima. Y nos habrá sonado a ofensa, supongo; porque hemos empezado con una aspiradera de todo lo que está en la cocina, alucinante. Qué gracioso ejemplo el de nuestros gobernantes. Nuestra ex-ministra, que no ha dejado de verse simpática porque gracias a Dios aún sonríe, engordó bastante. Claro, es una mujer agraciada, criolla, peruana, pues. Pero, nuestro Presi, ¿se ve bonito y respetable? Con su imagen zampándose un bocado, no me inspira confianza. La intimidad al momento de comer, el pudor alimenticio, debería ser parte del protocolo. Pero ya no lo es más.

Los famosos desayunos de trabajo, tragoneando sanguchones de chicharrón con cebolla y haciendo comentarios por el pueblo, son burlescos porque no se entiende qué dicen y llaman la atención las bocas que chorrean una cebollita que no se deja apresar entre los dientes. No, aún no entiendo los desayunos, almuerzos, lonches, cenas y los ahora nuevos pseudo-elegantes brunchs de trabajo. ¿Cómo, una persona que tiene que exponer y tomar decisiones, puede usar bien sus jugos gástricos y neuronas?

Ahora, el pensamiento se inicia en el estómago y la reflexión, entonces, no quiero ni pensar con qué parte del organismo, se hace.

De chica oía: "Mientras se come, no se lee". "Mientras se come, no se ve televisión porque no se digiere apropiadamente". Y, mientras se come, no se habla, porque entra aire con la comida y se producen gases". Entonces, mientras se come, no se pueden resolver los asuntos de un pueblo, un pueblo que no es Lima. Un pueblo que tiene 30 millones de personas, si es que no hay más. Personas que en promedio tienen 28** años de edad (que yo creo que la verdad, la verdad, debemos tener como 18) y a las que les falta muchísimos aciertos y errores que experimentar.

Ah. Claro. Ahí estaría la defensa de esta actividad papilar aguda ¿no? Estamos en la época en la que los yerros sobrepasan los aciertos. La crisis de los 30 para la guata. (Y me pongo psicoanalítica).

Post-adolescencia entonces.
Pero los post-adolescentes (que ya son adultos, por Dios), no necesitan de la dieta de un adolescente deportista de 15 años, que es el régimen alimenticio que promueven en los últimos tiempos. Claro, deporte de cucharas.

Así, propongo el nuevo nombre para el hombre de nuestra sociedad limeña: El Homo-Plato.

Homo-Plato:
dígase del homínido omnívoro-voraz-egocéntrico fashion-compulsivo-consumista, con serios problemas lumbares, lo que le dificulta el caminar erguido y el sentarse derecho. Presenta asimismo, problemas gástricos con síntomas de reflujos, gastritis, estreñimiento, úlceras, colon irritable y/o deposiciones imparables. También es paranóico más no hipocondríaco. Tiene un mecanismo de defensa en alerta las 24 horas del día, pues considera que el fin del mundo, está cerca, motivo de sus extraños hábitos alimenticios. Los beneficios de la deformación en su columna vertebral, radican en que se puede sentar más rápido ya sea a la mesa o en el retrete y en hacer la siesta en posición fetal. Sus primeras muestras de existencia fueron descubiertas en América del Norte y se han repartido velozmente hacia el Sur de América, área más rica en especies comestibles.

Ahora, como es la una, iré a comer unas galletitas con paté de pollo y finas hierbas que preparó una de las mejores cocineras que tiene este país variopinto y tragaldabas. Que no me digan inconsecuente. El paté, es francés.

¡Ñam!

*Diminutívicos para hablar e hiperbólicos para comer.
** Estadísticas: http://www.radionacional.com.pe/index.php?option=com_content&task=view_notp&id=3395&ncid=30

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